Tensa la vena de la sien, cara deformada entre la pared y mi codo que expresa un terror y
desconcierto. Siento la grasa de asado en la mano y un líquido caliente sobre
mis pies, retrocedo un puño y adentro con fuerza. Escucho un resuello, otro, un
quejido cortito y quedo, y de golpe el empujar se transforma en un peso muerto,
una masa floja que se me cae y no la atajo. Se desploma doblándome la muñeca y
vaciándome la mano. Honestamente me parece un final choto para un lindo día.
Comenzó como todos temprano y con mates bien calientes y
amargos, de los que preparo para que nadie quiera, me agrando como que son
buenos y son una sola brasa que se lava inmediatamente. … No es fácil dejar en claro que conmigo no se
jode, todo el lenguaje del cuerpo tiene que acompañar, el volante a las diez y
diez, al que te acerca la cara lo madrugo con un apretón de manos de morsa de
carpintero. Bajo las bolsas al hombro como el que más, descargo viguetas y las
cajas de inspección de cemento sin guantes, y destapo cañerías de 110 sin
quejarme del olor a mierda. Soy lo que se dice un poli rubro, a mi el
arquitecto me tiene confianza y como conmigo no falta ni un pedazo de alambre
17, me confía el fletero y voy al corralón y saco con mi firma nomás. Yo se que
él confía pero controla también y sé que algún buchón tiene que controla lo que
bajo y lo que saco en el corralón.
A la mañana cayó con un pibe nuevito que la mamá mandó
porque no quería estudiar, flojito por donde lo mires, lindo de cara y cuerpito
varonil pero sin curtir. Ágil y saltarín, bromista, agrandado y de river; yo lo
miraba y me calentaba, no me lo bancaba y me atraía, me repugnaba y tenía ganas
de seguir comiéndomelo con los ojos.
Para colmo me lo pusieron a trabajar conmigo, tuve que ir a buscar cemento,
unas veinte bolsas, de Loma Negra porque
otra no usamos. Tiene que ser
buena la mezcla para que sea buena la zapata. Le temblaban las patitas de
nervios, yo creo que no se las podía y él lo sabía. Le miré la bragueta y me parece que se dio
cuenta, sentí un calor de juventud… no sé bien que sentía.
Nos cargaron las bolsas en la chata y arrancamos, llegamos a
la obra y presenciamos la discusión de García con el maestro mayor de obra, no
le aceptan ni un día más en pedo, pero el tipo tiene dos familias y no se puede caer con las manos vacías. La
discusión subió de tono y cada vez se ponía peor el gaita manoteó una pala y el
capataz la barajó en el aire con una rapidez de rayo. Lo tranquilizó y le dijo
mañana hablamos. Es seguro que lo va a echar pero le da tiempo de blanquear y
prepararse para los abogados. En fin, se dio vuelta y me vio la cara de no
estar de su lado y a la vez saber que me puede pedir lo que sea que lo voy a
hacer. Me indicó que me quede cuidando
la obra y no me duerma y que se quede el pendejito que no se banca las
bolsas. Que se puede a esperar que venga a llevarse las herramientas y hacer
alguna cagada. Moreno echó cemento en un codo y los baños se tapaban del
primero al décimo, esa fue grande pero la verdad que también una injusticia.
El patrón no es boludo, García cayó en pedo con una tira de
asado y sin parrilla. Agarré una mola y le saqué punta a un fierro del 8,
ensarté el pedazo y vuelta y vuelta en el asador de obrero pobre. Lo
escuché a García sin creer que tantas
historias de macho de antes entraran en un solo tipo, nos cagamos de risa y a
la vez de tristeza de tango, de promesa incumplida y de no poder abandonar, de
bailar con la mas fea y estar contento porque al menos alguien. Las dos esposas,
varios pibitos y ya el primero que pintaba para terminar la secundaria, yo creo
que mentía y quería hacerse el buen padre, él se terminó de mamar y se paró
para irse. Quiso mandarse una y le agarré la mano, lo miré y entendió que
estaba ahí para evitarlo, movió la cabeza, se despidió y se perdió en un
pasillo sin luz tanteando la salida.
Al volver al tacho con fuego me di cuenta que los únicos
focos que había cuidaban los materiales y nosotros a la luz de la llama. Lo vi
acostadito como un angelito dormido, de medio lado. La camperita de vaquero
llena de yeso le dejaba ver hasta el ombligo cuando levantó los brazos para
hacer de almohada. Yo me sentía hirviendo, no lo podía controlar y no me
gustaba, me parecía un atropello a tantos años de sentimientos distintos. Me
senté al lado sobre las bolsas de cemento estibadas de a 5 y le toqué la panza
sin grasa y dura y lo acaricié y perdí el control de mi y le bajé el
pantaloncito de buzo y tenía el pito medio parado y medio dormido y medio
despierto se la chupé despacito y le gustaba sin despertarse. Me di cuenta que
se excitaba y se me endurecía en la boca. El pibe estaba por acabarme y se
despertó de ese sueño exaltado, no entendía, quería salir corriendo y salió
derecho contra la pared. Lo sostuve con el codo y manotié el hierro con un
trozo de carne ya seco. Le calculé el estómago y apunté para arriba. Ya conté
el resto, lo que no conté es que en ese momento quedé tan caliente que me pajié
con un mango de pala y me saqué el corpiño, me toqué las tetas y me incendié
como hacía mucho no me pasaba. Me dormí como un tronco, a las 5:30 me levanté y
me lavé las manos, el pecho y la cara en un tacho de 200lts. Hice unos mates
hirviendo y me puse a pensar cómo explicar que la cagada se la mandó García.
Las minas como yo somos muy complicadas y tengo que ver qué le digo a mi mujer.
DANIEL COÏSSON
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